domingo, 14 de febrero de 2016

Trabajo en 3º ESO sobre Evangelio y Misericordia

Como ya contamos en una entrada previa del blog, en el contexto del Jubileo de la Misericordia, en estas semanas hemos hecho en 3º ESO un trabajo de investigación en el aula sobre los evangelios y la Misericordia.

Se trataba de revisar los textos completos de los cuatro libros -los hechos y las acciones de Jesús- y su relación con la misericordia, el amor, por un lado; o la violencia y el rencor, por otro. En cierta manera ha sido un trabajo científico: análisis exhaustivo de unos textos, con una metodología concreta desde un punto de vista determinado, con la intención de comprobar o no la validez de una hipótesis inicial. Nos hemos centrado en los hechos concretos de la vida de Jesús y en sus palabras textuales.


Como era de esperar, hemos comprobado que abundan a lo largo y ancho de los textos sagrados acciones y palabras de Jesús que invitan al perdón, a la acogida, a la comprensión y a la dulzura. Basta recordar a vuela pluma escenas como la curación de enfermos y lisiados, el perdón y acogida a pecadores y pecadoras, las parábolas del hijo pródigo o similares, las multiplicaciones de panes y peces, los encuentros con los niños o los gestos de dedicación a sus propios amigos.

Además, palabras como las del mandamiento nuevo o las que invitan a perdonar setenta veces siete son tan elocuentes del enorme Corazón misericordioso de Jesús como sus silencios ante acusaciones injustas o violencias injustificadas. Jesús era un hombre sereno, amigo de la calma, la serenidad y de una profunda empatía.



Los alumnos han encontrado en el Evangelio algún elemento aislado que es de dudosa interpretación para quien desconoce el significado profundo de esas escenas, es decir, algunos hechos o palabras de Jesús que aparentemente podrían incitar a la violencia o al odio. Nos referimos a la expulsión de los mercaderes del Templo o las "amenazas" para quien no sea fiel a la alianza y a los dones recibidos de Dios. En ambos casos, Jesús quiere llamar la atención sobre la importancia de no mercadear con lo sagrado o con los talentos recibidos; pero no por odio de Dios sino precisamente por su amor a nuestra libertad, que es el único camino para llegar a lo sublime.