viernes, 18 de marzo de 2016

La misericordia es dejarse corregir por Dios

El papa Francisco celebró el miércoles 2 de marzo otra audiencia general en la plaza de San Pedro. Reflexionó sobre la relación que existe entre misericordia divina y corrección.
En el resumen de la catequesis que Francisco hizo en español indicó que “Dios se comporta con nosotros como un padre de familia, que ama a sus hijos, los socorre, los cuida, los perdona. Y que también los educa y corrige cuando se equivocan, para ayudarlos a ser responsables, a crecer en el bien y en la libertad”.


De este modo, aseguró que la relación “padre-hijo” es figura de la alianza entre Dios y su pueblo. Esta relación –precisó el Santo Padre– se fragmenta cuando el hombre rechaza la paternidad de Dios. “A causa del pecado, pretende convertir la libertad en autonomía y, dejándose llevar por el orgullo, se contrapone a él y vive en una ilusión de autosuficiencia”, aseguró Francisco.

Por otro lado, subrayó que “cuando el pueblo se aleja de Dios, desconfía de él y no le obedece, experimenta entonces la aflicción de la prueba. Dios la permite con vistas a la salvación, para que el pueblo pecador, sintiendo el vacío y la amargura del estar lejos de él, pueda abrirse a la conversión y al perdón”. Y así, el Pontífice quiso recordar que “Dios habla amorosamente a la conciencia de sus hijos, para que se arrepientan y se dejen amar de nuevo por él”. Asegurando que “la salvación es siempre un don gratuito de Dios”, advirtió de que “supone la decisión de escucharlo y dejarse convertir por él”.

Finalmente, el Santo Padre aseveró que “la corrección forma parte del camino de la misericordia divina”. Dios –concluyó– perdona a su pueblo, deja siempre una puerta abierta a la esperanza, Dios no cierra nunca la puerta, y le indica que el camino de la salvación no es el de los sacrificios, sino la práctica del bien y la justicia.



A continuación, saludó a los peregrinos de lengua española: “Que el Señor Jesús nos alcance la gracia de acoger el perdón y la misericordia que el Padre ofrece gratuitamente a todos, para que aprendamos a vivir como hijos suyos”.

Tras finalizar los saludos en las distintas lenguas, Francisco dedicó unas palabras a los jóvenes, los enfermos y los recién casados. A los enfermos, les invitó a mirar la cruz de Cristo “como apoyo en vuestro sufrimiento”. Y para concluir, exhortó a los recién casados a ejercitar en su vida conyugal “el ayuno de las obras del mal y la práctica de las virtudes”.